Leopoldo Zea
Una vez mas analizando epígrafes, esa organización de los medios de la mente a fines creadores, vemos como de nuevo la filosofía es indispensable para nuestro existir. El secreto de todo esta en que no existe una meta o algo alcansable sino, en todos los aspecto, es el mismo camino el que nos describe tal meta que se vive, no se encuentra.
Somos seres y al mismo tiempo materia, ocupamos un lugar, asi como todos los demás; en ese entorno al que día a día nos enfrentamos nos encontramos con circunstancias que son las que van a definir nuestros pensamientos, emociones y acciones. En la mayoría de los casos vivimos la vida buscando la forma correcta de hacer las cosas y el mejor camino en el cual nos debemos orientar, pero ignoramos que ningún camino es el mejor, mas que el propio que nosotros mismos vamos trazando con nuestras experiencias tanto positivas como negativas.
Dentro de la experiencia de vivir ese camino es preguntarnos cuál es nuestra historia, de dónde venimos y hacia donde vamos; estas preguntas no se conforman solo a lo superficial diciendo que venimos del vientre de nuestra madre y vamos hacia una tumba, pues la esencia está en ir a todas las direcciones: de dónde venimos en lo familiar, en lo espiritual, en lo académico, en lo creativo, en las relaciones, hasta en lo negativo. Nuestra vida gira en torno a una relación caordica: caos y orden incesante. No habría sentido si todo tomara siempre el mismo rumbo "correcto" sin ninguna contrapropuesta, es en esto que se encuentra el secreto de ese camino. Por esto en la filosofía siempre nos encontraremos con la dialéctica. Nuestras propuestas e ideas son la síntesis, luego al compartirla podemos encontrar diferentes opiniones del resto de las personas que vendrían a ser la antítesis, y por ultimo debatiendo y dialogando estas corrientes llegamos a la cumbre, a la síntesis. El resultado de cada proceso es una síntesis.
Si todo estubiese escrito y delimitado y aceptaramos las preguntas y respuestas ya desarrolladas tendríamos mucho conocimiento, pero poco capacidad de tener nuestro propio pensamiento.
Somos seres y al mismo tiempo materia, ocupamos un lugar, asi como todos los demás; en ese entorno al que día a día nos enfrentamos nos encontramos con circunstancias que son las que van a definir nuestros pensamientos, emociones y acciones. En la mayoría de los casos vivimos la vida buscando la forma correcta de hacer las cosas y el mejor camino en el cual nos debemos orientar, pero ignoramos que ningún camino es el mejor, mas que el propio que nosotros mismos vamos trazando con nuestras experiencias tanto positivas como negativas.
Dentro de la experiencia de vivir ese camino es preguntarnos cuál es nuestra historia, de dónde venimos y hacia donde vamos; estas preguntas no se conforman solo a lo superficial diciendo que venimos del vientre de nuestra madre y vamos hacia una tumba, pues la esencia está en ir a todas las direcciones: de dónde venimos en lo familiar, en lo espiritual, en lo académico, en lo creativo, en las relaciones, hasta en lo negativo. Nuestra vida gira en torno a una relación caordica: caos y orden incesante. No habría sentido si todo tomara siempre el mismo rumbo "correcto" sin ninguna contrapropuesta, es en esto que se encuentra el secreto de ese camino. Por esto en la filosofía siempre nos encontraremos con la dialéctica. Nuestras propuestas e ideas son la síntesis, luego al compartirla podemos encontrar diferentes opiniones del resto de las personas que vendrían a ser la antítesis, y por ultimo debatiendo y dialogando estas corrientes llegamos a la cumbre, a la síntesis. El resultado de cada proceso es una síntesis.
Si todo estubiese escrito y delimitado y aceptaramos las preguntas y respuestas ya desarrolladas tendríamos mucho conocimiento, pero poco capacidad de tener nuestro propio pensamiento.
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