Pitágoras y Parménides

En el estudio de los filósofos más importantes comenzamos con Grecia, donde nacen los padres de la silosofía. Entre sus representantes más importantes se encuentran Pitágoras y Parménides. Conozcamos un poco sobre cada uno.

Pitágoras fue un filósofo y matemático griego cuyo pensamiento constituyo un paso determinante en la evolución general de la matemática y la filosofía occidentales. Nació en Samosl Asia Menor, hacia el 580 a.C. Cuando contaba con unos 50 años emigró a la Magna Grecia. Las creencias religiosas y éticas de Pitágoras poseían estrechos lazos de unión con los cultos mitéricos órficos, cuyo fin primordial era la salvación espiritual. Consideraba que el alma tenía un origen divino y que se encontraba pisionera en el cuerpo , por lo cual era preciso purificarse para lograr la liberación de la materia. Este espiritualismo se manifestó en sus idea filosóficas puesto que a diferencia de los pensadoras que lo precedieron , no buscó el principio de todas las cosas en una sustancia. Pitágoras prefirió localizarlo en un ente ideal, el número, entendido no solo como el orden de la realidad sino también como soporte de la misma, Todo lo existente, en suma, podría reducirse a la matemática, cuya esencia es la armonía apreciable tanto en la música como en la ordenación cósmica de los planetas. Muere hacia el año 500 a.C.

Por su parte, Parménides fue el fundador de la escuela eleática. Nació en Elea (Magna Grecia) hacie el 515 a.C. Lo único que se conserva de su obra son unos 150 versos de un largo poema llamada "Sobre la Naturaleza". Para él todo lo existente constituía una única realidad, el Ser, que se idetifica con el pensamiento, pues sólo puede pensarse acerca de lo que es. El Ser es increado, inmóvil, inmutable, homogéneo, limitado y esférico, es decir, cerrado en sí mismo. No puede, por tanto, cambiar, y el movimiento aparente de las cosas no supone sino un engaño de los sentidos. Se oponía radicalmente a Heráclito para quien el cambio era el principio fundamental de la realidad. Platón lo admiraba profundamente al igual que Aristóteles y lo encuadraron entre los precursores del idealismo.